3 Dijo Ajab, rey de Israel, a Josafat, rey de Judá: «¿Quieres venir
conmigo a Ramot de Galaad?» Le contestó: «Yo soy como tú, y tu pueblo
como mi pueblo; contigo estaremos en la batalla.»
4 Pero Josafat dijo al rey de Israel: «Consulta antes, por favor, la
palabra de Yahveh.»
5 El rey de Israel reunió a los profetas, cuatrocientos hombres, y les
dijo: «¿Debo atacar a Ramot de Galaad o debo desistir?» Le respondieron:
«Sube, porque Dios la entregará en manos del rey.
6 Pero Josafat dijo: «¿No hay aquí algún otro profeta de Yahveh a
quien podamos consultar?»
7 Respondió el rey de Israel a Josafat: «Queda todavía un hombre por
quien podríamos consultar a Yahveh, pero yo le aborrezco, pues nunca me
profetiza el bien, sino el mal. Es Miqueas, hijo de Yimlá.» A lo
que
respondió Josafat: «No hable el rey así.»
8 Llamó el rey de Israel a un eunuco y le dijo: «Trae enseguida a
Miqueas, hijo de Yimlá.»
9 El rey de Israel y Josafat, rey de Judá, estaban sentados cada cual en
su trono, vestidos de gala, en la era que hay a la entrada de la
puerta de
Samaría, mientras que todos los profetas estaban en trance delante de ellos.
10 Sedecías, hijo de Kenaaná, se había hecho unos cuernos de hierro,
y decía: «Así dice Yahveh: Con estos acornearás a Aram hasta acabar con
ellos.
11 Y todos los profetas profetizaban del mismo modo diciendo:
«¡Sube contra Ramot de Galaad! Tendrás éxito. Yahveh la entregará en
manos del rey.»
12 El mensajero que había ido a llamar a Miqueas le habló diciendo:
«Mira que los profetas a una voz predicen el bien al rey, procura
hablar
como uno de ellos y anuncia el bien.»
13 Respondió Miqueas “«¡Vive Yahveh, que lo que mi Dios me diga,
eso anunciaré!»